Una amiga me dijo un día:
“Las primeras semanas es recomendable que no salgas de casa sola. Puedes
encontrarte fatigada, te puedes marear… Yo salí un día a recoger al mayor
después de tener a la peque y me desmayé en la puerta del cole.”
Así que al principio,
Superpapi, Supermami y el duendecillo íbamos juntos a todas partes.
Pero ¿salir de casa? Ése no
era el problema, el auténtico problema era sencillamente SALIR.
En primer lugar teníamos que
preparar todo lo que había que llevarse para el pequeñajo. Llevamos una bolsa
que bien podría ser una maleta con ruedas. De hecho, cuando estamos paseando
por la calle y veo los minibolsitos tan cuquis que llevan otras Supermamis no
puedo dejar de mirarlos preguntándome: ¿dónde llevan todas las cosas? ¿De
verdad que ahí les cabe TODO?
Nosotros llevamos:
- Pañales
- Cambiador
- Toallitas húmedas
- Pañuelos de papel
- Un biberón con las tomas correspondientes y el termo con agua (llevamos a cabo lactancia mixta)
- Botecitos tamaño muestra de crema y colonia para bebés (vienen muy bien las muestras que te regalan en el hospital, en las canastillas por cortesía de Lets Family y Mi bebé y yo)
- Dos o más baberos
- Cinco o seis gasas (el peque tira un montón)
- Y por supuesto, imprescindible, una bolsa con mudas de ropa para cambiar al renacuajo si se moja mucho. En invierno también llevamos un par de zapatitos de repuesto, por si los pierde... y que no se le enfríen los pies. Aunque a él no le gustan, y como buen gatito que es prefiere ir con los pies libres de ataduras.
Además, después de las primeras salidas, Superpapi y yo
hemos aprendido a incluir también una muda para nosotros, porque las
regurgitaciones del nene suelen alcanzarnos y bastante. A mí me gusta pensar lo
que nos dijo una vez una prima nuestra: “Llevamos medallas de mami.”
De manera que, antes de salir de casa tenemos que
preparar el maletón, vestirnos nosotros y vestirlo a él. Y mientras ocurre todo
eso, resulta que se ha pasado el tiempo de la toma y al pequeñajo le toca otra
vez mamar. Le doy con sumo cuidado para que no se vomite encima y le cambiamos
el pañal (otra vez). Normalmente vuelve a vomitar y hay que cambiarle la ropita
de nuevo, a veces hemos tenido que cambiarle hasta tres veces antes de salir.
Cuando por fin creemos que ya está todo listo, salimos
pitando, rezando para que se duerma en el coche y no se agobie demasiado, ya
que parece que la sillita no le apasiona (esto lo explicaré en otro post).
¡A pasear!
No hay comentarios:
Publicar un comentario