Una de las cosas más bonitas de tener un bebé es que
vuelves a vivir muchas situaciones por primera vez. Las primeras de tu
pequeñajo: el primer baño, el primer paseo, el primer viaje en coche… Y ahora
las primeras Navidades.
Solo puedo definirlas con una palabra: Ilusión.
Ilusión de los abuelos por comprarle los regalitos, por
vestirlo de Papá Noel, de pastorcillo, de Niño Jesús, de elfo…
Ilusión nuestra por observar sus reacciones al ver las
luces decorativas de la ciudad, el árbol de la plaza central… Y también ilusión
por vestirlo de Papá Noel y de elfo. Para eso le compramos al duendecillo un
par de pijamas de estos personajes.
Estábamos deseando hacerle una sesión de fotos vestido
así, como en esas postales tan bonitas que se ven en internet de bebés
dormiditos. Pero el duendecillo no estaba dispuesto a ponérnoslo fácil.
Él es muy activo, no para quieto, y además suele vomitar bastante. Así que teníamos que tenerlo todo preparado para poder cazarle en buena
posición y antes de que se cansara. Además, teníamos que ser rapidísimos para
vestirlo y hacerle las fotos antes de que se manchara o se pusiese a llorar.
¡¡Al final lo conseguimos!!
Ya tenemos un bonito recuerdo de sus primeras Navidades.
En cuanto a los regalos, aunque aún tenía 4 meses y medio
y en teoría no se entera de nada, sí que hicimos que fuera él quien desgarrase
el papel que los envolvía.
Aunque al ser tan pequeño, el ajetreo de estos días le
pasó factura, y por tanto ha estado algo potrosillo, ya que le hemos
descolocado un poco al cambiarle las rutinas, comer más veces fuera de casa y
con más jaleo del habitual, etc.
En conclusión, las primeras Navidades del peque las hemos
disfrutado los adultos más que él, aunque nos gusta pensar que él también ha
disfrutado, a su manera. ;)
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