Es cierto que vivimos en una época en la que intentamos aprovechar al máximo el tiempo, que más que nunca, somos realmente conscientes de lo rápido que se nos escapan los minutos, las horas, los días...
Sin embargo, nunca antes lo había tenido tan presente como hasta ahora.
Es absolutamente cierta aquella cita que dice:
"El tiempo es la arena que se escurre entre nuestros dedos".
Cuando vemos lo rápido que crece el Duendecillo, cómo se va haciendo fuerte, ganando precisión en sus movimientos, cómo va ampliando sus experiencias y su comprensión de todo cuanto le rodea...
Un día, cenando con Superpapi le decía: "¿Qué ha pasado? Si ayer lo tenía en mis brazos dándole el pecho, y ahora está en su silla, comiéndose el potito..."
Y eso me lleva a otra cuestión. Cuando volví a trabajar, tras el permiso de maternidad, sólo deseaba que llegasen las vacaciones para pasar el máximo tiempo posible con él. Porque no quiero perderme ni un segundo de su vida.
Vale, también es cierto que a veces necesito algún ratito para mí, una comida con mis amigas, una cena tranquila con Superpapi... Pero lo que más me llena es tenerlo entre mis brazos.
Esto me recuerda dos cosas: En primer lugar, un hermoso poema que compartí hace tiempo en Facebook. El autor es Regan Long, y podéis leerlo entero en el muro de Facebook de Aprender a ser padres.
Y en segundo lugar, la preciosa canción que dedica Manuel Carrasco a todas las madres trabajadoras, cuyo vídeo podéis ver en este enlace:
Cariño espérame, Manuel Carrasco
De hecho es así, cuántas veces se ha dormido el peque y he pensado "¡Por fin! Voy a poner una lavadora, a fregar los cacharros, a ordenar los juguetes, el baño..." Pero inmediatamente después me he dicho: "Mejor me quedo aquí, abrazadita a mi peque, que se está muy a gustito... Ya lo haré todo luego, o mañana..., qué más da.
Así que si alguna visita entra en mi casa y me juzgan porque está todo patas arriba (cosa que yo no suelo juzgar en otras casas), ya puede tomárselo con calma, porque a mí no me asalta ningún sentimiento de culpa o agobio.
Igualmente, cuando hablamos del gimnasio,primero siempre digo que debería ir y hacer algo de ejercicio, pero enseguida me viene a la cabeza toda la inversión de tiempo que supondría, y automáticamente me echo para atrás. Es cierto que siempre he tenido 1000 excusas para no ir, y todos los años vuelvo a empezar (por aquello de los buenos propósitos), pero también es cierto que si antes tenía el tiempo justito, ahora todavía más.
Por lo tanto, mi cuerpo seguirá siendo el de siempre (más o menos), ¡qué le voy a hacer! Poco musculado, con partes fofas (emulando a Bridget Jones), y con la barriguita de mami que se me ha quedado, que al fin y al cabo es el recuerdo (uno de tantos) que dentro de mí ha crecido una vida.
Y de acuerdo con Armando Bastida, no voy a intentar borrar mi embarazo, que para algo lo he vivido.
Además, he de decir que por suerte para mí fue una experiencia preciosa, así que no deseo olvidarlo de ninguna de las maneras.
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