Por fin el Duendecillo ha cruzado la barrera de los 12 primeros meses fuera de la barriguita.
Doce meses cargados de ilusión, e inundados de dudas, noches en vela, preocupaciones, y algún que otro sustillo.
Pero sobre todo... Doce meses repletos de amor y felicidad.
Ahora ya sabemos lo que es darlo todo durante el día después de haber dormido apenas dos horas.
Ahora ya podemos cambiar un pañal o preparar un biberón con los ojos cerrados porque no hay manera de despegar los párpados.
Ahora ya sabemos lo que es sentir que te ha pasado un camión por encima y salir a trabajar con una enorme sonrisa de felicidad.
Ahora ya tenemos el récord de horas pasadas dormitando en el sillón balancín mientras el Duendecillo duerme plácidamente en nuestros brazos.
Ahora ya sabemos lo que es estar profundamente dormido y ser arrancado de golpe de tus sueños por un quejido, gemido, un llanto, una patada o un bofetón propinados por un pie o una mano diminutos.
Ahora vivimos sin conocer las noticias, viendo solamente los dibujos animados preferidos del peque.
Ahora sabemos lo que es no tener tiempo ni para ir al baño.
Ahora tenemos una vocecita aguda que nos acompaña a todas partes, y que además siempre consigue arrancarnos una sonrisa.
Ahora ya somos capaces de distinguir los distintos tipos de llanto que tiene el enano (¡por fin!).
Ahora ya tenemos plena confianza en nuestro propio instinto, al margen de lo que nos recomiende la pediatra (no sobre temas de salud, claro, pero sí sobre otros temas como su alimentación, sus cuidados diarios, etc). No obstante,confiamos plenamente en los consejos de nuestra pediatra.
Ahora ya sabemos de verdad lo que han lidiado nuestros amigos y conocidos que ya eran padres, pero sobre todo lo que han lidiado antes que nosotros nuestros propios padres, y sus padres antes que ellos, con mucha menos información, y con muchísimo menos apoyo y comprensión.
Muchas gracias a todos los Superabuelos por estar ahí siempre que pueden.
Pero por encima de todas las cosas, ahora ya conocemos de primera mano lo que significa tener el corazón rebosante de amor.... Con solo una mirada, una sonrisa dedicada, un abrazo cargado de confianza, o una risa fortuita provocada en sueños.
Ahora ya lo sabemos.
Ha sido un camino largo y difícil, pero lo hemos recorrido juntos.
Ha quedado patente que aunque recibamos mucha ayuda, existen determinadas ocasiones y situaciones en las que las Supermamis y los Superpapis se encontrarán solos ante el peligro, y no habrá nada que pueda aliviarles la carga. Supongo que es una cuestión de la Naturaleza. Cada uno debe lidiar sus propias batallas solo.
Únicamente así aprendemos y nos fortalecemos más.
Pues sí, ya ha pasado un año enterito. Doce meses con todos sus días.
Diría que ha sido largo, pero no es cierto. Se ha pasado volaaaaaaaaando.
365 días. Y cada uno de ellos hemos aprendido algo.
Sobre el pequeñajo, por supuesto, sobre nosotros, y sobre la gente que nos rodea.
Hemos aprendido un montón de cosas sobre bebés, hemos aprendido donde están nuestros límites, y a tener muuuuuucha paciencia con las personas de nuestro entorno.
Todo el mundo te da infinidad de consejos, y aunque sabemos que se dan con toda la buena intención, hemos aprendido a distinguir los que de verdad interesa seguir de los que es mejor olvidar.
Podría escribir mil cosas más, pero no quería prolongar mucho este post, aunque ya sabéis que un año da para muchísimo.
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