domingo, 26 de agosto de 2018

La vida (no) sigue igual (2ª parte)

Como ya dije en el post anterior, cuando tienes un hijo la vida te da un vuelco, y cambian muchas cosas. Además de las que ya comenté, encontramos otras.

 4    La pareja


Siguiendo el consejo que nos dieron varias personas, Superpapi y Supermami teníamos claro que no íbamos a descuidar la pareja.
Sin embargo, eso es más fácil de decir que de hacer. Durante los primeros meses lo veíamos tan chiquitín, tan frágil, que nos invadía la sensación de que lo estábamos abandonando si lo dejábamos con otra persona. De hecho, un par de veces que lo dejamos con su abuela para ir a hacer recados nos sentíamos súperextraños sin el peque, nos faltaba algo, y tardábamos el menor tiempo posible para volver pronto junto a él.
Por otra parte, a los dos nos sucede que en realidad, cualquier plan que hagamos, nos apetece compartirlo con el chiquitín. Si salimos a cenar, ¿por qué no va a venir con nosotros? Si planeamos una excursión o una escapada, o ir a ver las Fallas, ¿por qué se tendría que quedar en casa?
Si estamos deseando que sea más mayor para visitar castillos, parques temáticos y demás.
Así que, de momento, hemos ido posponiendo los planes de pareja para cuando sea un poquito más mayor…

5.    La casa


Aunque Superpapi es bastante más ordenado que Supermami (yo soy un poquito caótica), cuando llega un bebé la casa se vuelve una auténtica leonera, y en nuestro caso más todavía, ya que el duendecillo se adelantó mes y medio y por tanto no nos dio tiempo a preparar del todo su llegada.
Por otra parte, yo me he vuelto algo más ordenada. Quizá tengo el síndrome del nido con retraso, ya que como ya he comentado no tuve la ocasión en su momento, y me paso el día ordenando su ropita y sus cositas (ya hablaré en otro post de su ropita).  Aun así, la casa está siempre patas arriba. Y como le digo a Superpapi, “Esto no es nada, espera a que empiece a caminar y a esparcir sus juguetes por todas partes”.


6.    El mundo de los niños


En tu cabeza ya no entra sólo tu hijo, sino que te solidarizas con todas las madres, te sientes MADRE/PADRE con mayúsculas, en el más amplio sentido de la palabra.
De hecho yo ya me sentía un poco así antes, debido a mi profesión, pero esta necesidad de proteger a todos los niños del mundo se ha disparado, desarrollándose a una escala muy superior.
Ya me lo dijo otra Supermami, que ella durante el embarazo no soportaba ver las noticias.
Bueno, a mí ya me ocurría algo parecido, se me ponían los pelos de punta al escuchar alguna atrocidad cometida sobre algún niño. Pero ahora es mucho más fuerte. Se me encoge el corazón, un quemazón atenaza mi garganta, y efectivamente entiendo que  haya padres capaces de matar (por sus hijos, claro).
Sobre todo me pongo en la piel de esos Superpapis, porque ahora sí que comprendo ese sufrimiento en toda su extensión.

7.    Tu cuerpo


Aunque hable de él en último lugar, es uno de los primeros cambios que experimentamos las Supermamis.
A pesar de que a mi no me cambió demasiado el cuerpo, sí he de reconocer que el aumento desbordante del tamaño de mis pechos con la subida de la leche fue algo inquietante.
Además, durante los primeros meses llegué a sentirme como un mero recipiente de leche para el bebé, su biberón particular.
Y aunque se supone que el cuerpo va recuperándose poco a poco, he de reconocer que estos cambios me obligaron a percatarme de que no siempre somos dueños de nuestro propio cuerpo, y éste puede jugarnos malas pasadas.
En cuanto a la dieta y el gimnasio…



Imagen: Pexels

La primera no es conveniente si estás amamantando, de hecho es justo al contrario, jamás en mi vida había comido tanto ni con tanta ansiedad.
Y en cuanto al segundo, ¿es que no hago ya bastante ejercicio meciendo al renacuajo y bailando con él en brazos por toda la casa habiendo dormido sólo 3 horas?

Pues eso.

¿Estás de acuerdo con estos cambios? ¿Añadirías alguno más? Cuéntanoslo, te escuchamos.

¡Feliz semana!

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