Dormir,
dormir, dormir...
Imagen: Pexels.com Montaje: ReneeMB |
Eso es lo
que deseamos la mayoría de padres primerizos (o de padres, en general ;)).
En mi caso,
es algo especial.
Los que me
conocen saben que siempre he sido muy dormilona, y lo que más temía antes de
que naciera el Duendecillo era precisamente eso: quedarme profundamente dormida
y no conseguir escucharlo cuando me necesitara en mitad de la noche.
Por suerte,
eso no llegó a ocurrir durante los primeros meses de vida del pequeñajo. Está
claro que nuestro cerebro está perfectamente programado para criar a un bebé.
Algo dentro de nuestra cabeza hace "CLIC", y de repente no necesitas
dormir más de dos horas seguidas.
Aun así, van
pasando los meses entre pañales, arrullos, biberones o pechitos (o ambos),
siestas... y el cansancio se va acumulando en tu cuerpo.
Sin embargo, sigues levantándote a altas horas de la noche a consolar al chiquitín porque está llorando.
Está claro
que la Naturaleza es sabia, y seamos como seamos, estamos hechos para cuidar de
nuestra descendencia. Tanto las mamás como los papás, sin distinción.
Digo esto
porque Superpapi también se levantaba a altas horas de la noche. Sobre todo a
partir de mi reincorporación al trabajo, para que yo pudiera descansar.
De hecho, él
pasa muchas más horas con el Duendecillo que yo. De manera que forma parte de
toda esa generación de Superpapis implicados al 100% en la crianza de sus
hijos.
Cuando estás
embarazada, ya desde el principio, el cansancio se apodera de tu cuerpo de tal
forma, que parece que lleves un oso abrazado a tu espalda todo el tiempo.
La gente te dice: “Aprovecha
para dormir ahora todo lo que puedas, porque cuando nazca el bebé será
imposible.”
El problema es que
nadie te dice que cuando tu barriga empieza a parecerse a un balón, eso ya no
es tan fácil. Te sientes pesada, si te mueves te molesta. También te molesta
cuando no te mueves…
En ambos embarazos
llegó un momento que tenía que dormir en el sofá, casi sentada y con un montón
de almohadones, porque no soportaba estar tumbada en la cama. Además, cuando
conseguía tener una postura más o menos cómoda para descansar, entonces eran
los pequeñajos quienes empezaban el bailoteo para acomodarse.
A todo esto, he de
sumar mis desvelos. Oh, sí, porque encontrar la postura óptima no es el único
problema. También hay que conseguir que venga el sueño. Cosa que muchas veces
se resistía a aparecer. Supongo que en parte debido a las preocupaciones sobre
que el bebé llegara bien, en parte por el nerviosismo que se va acumulando
conforme se aproxima la fecha del parto, y otras cosas más…
De esta manera, durante las últimas semanas de embarazo es casi imposible descansar como es debido.
Por otra parte, una
vez ha nacido el bebé, también te sugieren que duermas cuando él o ella lo
haga. Lo que no te dicen es que mientras el bebé duerma, tú has de aprovechar
para ducharte, comer, hacer la colada, preparar la comida, limpiar la casa, y
un montón de tareas más. A veces puedes demorarlas y darte un descanso. Sobre
todo si tienes ayuda, de Superpapi o de otra persona.
Pero eso es tema para
otro post.
¿Qué opinas, tú
podías dormir al final de tu embarazo? Puedes explicar tu experiencia en los
comentarios.
¡Feliz semana!
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