domingo, 15 de septiembre de 2019

Segundo embarazo, ¿tan distinto del primero?

Esta semana hablo de mi segundo embarazo. Cómo se parece y a la vez se diferencia del primero. Cuántas cosas aprendimos y cuántas esperábamos. Pero sobre todo, cómo disfrutamos de ambos embarazos, y cómo disfrutamos ahora de los dos renacuajos.

Entramos en el segundo embarazo, cuando aún tenía muchas historias pendientes para contar del primero.


La frase más oída: “El segundo embarazo no es nunca igual que el primero”. En efecto, son completamente distintos, en infinidad de aspectos.

Imagen: Renée MB


Para empezar, los cuidados. Durante el primer embarazo dormía horas y horas, me echaba todas las siestas que necesitaba. Comía todo lo que me apetecía, sin miramientos… bueno, hasta que me salió Diabetes gestacional (¡Uffffff!). Además, Superpapi y yo veíamos todos los documentales habidos y por haber, leíamos artículos, revistas, hacíamos todo el seguimiento semanal desde varias aplicaciones…

Estudiamos toda la información que pudimos encontrar.


Sin embargo, en el segundo embarazo, aunque me pillaba más cansada, ya no tenía la posibilidad de echarme tantas siestas, o al menos dormir tanto como antes. Todo eso a pesar de que ya llevaba muchas horas de sueño atrasado. En nuestro caso, cuando empezó el embarazo, el Duendecillo rondaba los 18 meses de edad, en plena efervescencia de rabietas y con los llamados “terribles 2 años” esperando a la vuelta de la esquina.

Nosotros nos dedicamos a involucrarle durante todo el embarazo, hablándole de la nena, de que debía quererla y cuidarla. Y sí es cierto que él interactuaba con la barriguita habitualmente, pero lógicamente, en realidad no sabíamos hasta qué punto sería consciente de todo lo que pasaba y de lo que iba a llegar.

Evidentemente, la llegada del nuevo miembro a la familia iba a suponer muchos cambios, y le afectarián directamente. De hecho, algunos ya le habían afectado. Y él lo había notado. Entre otros, yo dejé de cogerlo al brazo cuando la barriga empezó a crecer. Curiosamente, a pesar de que él siempre había ido más con Superpapi, en este sentido daba la sensación de que durante este tiempo solicitaba más mis brazos.

Con todo, aún era muy pequeño, no sabíamos cómo respondería cuando se viera delante a la nueva hermanita. Aunque éramos conscientes de que los ataques de celos aparecerían antes o después.

Pero el segundo embarazo también tiene partes positivas. Una de ellas es que ya sabes de antemano muchas cosas (por el embarazo anterior), y las esperas con más atención. Incluso algunas las descubres antes, como por ejemplo la primera vez que sientes al bebé, o las primeras contracciones de Braxton Hicks.

También te tomas las cosas de otra forma, como con más calma. Sobre todo nosotros, que íbamos sobre aviso por los sustos que tuvimos con el Duendecillo. Esto es un arma de doble filo, porque al mismo tiempo te surgen más miedos, porque ahora eres más consciente de tu estado, y conoces más complicaciones que podrían surgir a lo largo del proceso.

Por todo ello, en este embarazo he cuidado mucho más mis estados de ánimo, la alimentación… aunque me volvió a salir Diabetes gestacional (¡Ufffff!, otra vez a medirme el azúcar en sangre y a inyectarme insulina).

Y por último, la diferencia más notable es que esta vez sí que preparamos la llegada de la nena, adelantándonos con los preparativos, para que no nos pillase desprevenidos, como el Duendecillo.

Lo bueno es que como ningún embarazo se parece a otro, esta chica se ha tomado las cosas con más calma, y hemos podido vivir el embarazo plenamente, hasta el final.

Algo que no contemplábamos en nuestras cabezas: ¡Contar 39 semanas!




¿Qué te parece mi artículo?¿Estás de acuerdo con estas diferencias, añadirías otras? No te cortes y cuéntanoslo, nos encantará conocer tu opinión.

¡Feliz semana!

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