Superpapis de Corazón

lunes, 7 de octubre de 2019

...Y lo sueños, SUEÑOS SON

¡Hola Superpapis! ¿Cómo estáis? Esta semana hablamos de los sueños... Esperamos que os guste.

Durante el embarazo tenía muchos sueños curiosos. Algunos eran bonitos, otros extraños o inquietantes, y algunos eran recurrentes.

Hay quien dice que los sueños reflejan nuestros miedos, nuestros deseos, etc. Supongo que algo de verdad hay en todo eso, y de hecho muchas veces me he apuntado algún sueño especialmente extraño para analizarlo. Normalmente he encontrado algún sentido a la explicación de sus símbolos.

No voy a pararme a analizarlos, pero sí que deseaba compartir uno en concreto que resultó bastante acertado.

Desde siempre he tenido claro que cuando tuviese un hijo le daría el pecho. Pues bien, mientras estaba embarazada, soñé en varias ocasiones con mi renacuajo mamando de manera apacible.
Lo curioso del caso es que en ningún momento de mi embarazo imaginé cómo sería la cara o el perfil de mi bebé de manera consciente. Sin embargo, cuando tenía este sueño, recordaba cada detalle de su rostro y de su cabeza a la perfección.

Después de tener una APP (Amenaza de Parto Prematuro) en la semana 26 de la gestación, me recomendaron reposo absoluto. Y durante ese tiempo empecé a elaborar un scrapbook del pequeñajo, para recordar todos los momentos más importantes del proceso. De esta manera, se me ocurrió incluir un dibujo del Duendecillo con un sombrerito azul en la cabeza, que simbolizaba el pesario que me habían puesto para impedir que siguiera empujando. 

Una vez nació el chiquitín (que igualmente se adelantó un mes y medio), todo esto se me olvidó.

Pero de repente, un día, estaba dándole de mamar, y cuando bajé la vista para observarlo, me di cuenta de que estaba presenciando la misma imagen que había visto en mi sueño. Exactamente igual. El bebé era tal y como lo había imaginado en mi sueño. Se lo comenté a Superpapi, y nos quedamos los dos con la historia como una anécdota más de nuestra aventura paterna.

Sin embargo, pasados unos meses, estábamos el pequeñajo y yo sentados en el suelo, y de repente lo vi igual que el dibujo que había esbozado cuando aún estaba embarazada. Fui corriendo a buscarlo y se lo enseñé a Superpapi. Los dos lo miramos alucinados, porque se parecía bastante al niño que teníamos delante. Es cierto que cuando hice ese dibujo me inspiré viendo fotografías de bebés rollizos en internet, y a estas edades todos los bebés se parecen bastante, pero no deja de ser curioso que se pareciese tanto.
¡Qué puedo decir!

La mente es maravillosa.

Montaje: ReneeMB


¿Tu has vivido alguna experiencia similar? Cuéntanoslo en los comentarios.

¡Feliz semana!

domingo, 15 de septiembre de 2019

Segundo embarazo, ¿tan distinto del primero?

Esta semana hablo de mi segundo embarazo. Cómo se parece y a la vez se diferencia del primero. Cuántas cosas aprendimos y cuántas esperábamos. Pero sobre todo, cómo disfrutamos de ambos embarazos, y cómo disfrutamos ahora de los dos renacuajos.

Entramos en el segundo embarazo, cuando aún tenía muchas historias pendientes para contar del primero.


La frase más oída: “El segundo embarazo no es nunca igual que el primero”. En efecto, son completamente distintos, en infinidad de aspectos.

Imagen: Renée MB


Para empezar, los cuidados. Durante el primer embarazo dormía horas y horas, me echaba todas las siestas que necesitaba. Comía todo lo que me apetecía, sin miramientos… bueno, hasta que me salió Diabetes gestacional (¡Uffffff!). Además, Superpapi y yo veíamos todos los documentales habidos y por haber, leíamos artículos, revistas, hacíamos todo el seguimiento semanal desde varias aplicaciones…

Estudiamos toda la información que pudimos encontrar.


Sin embargo, en el segundo embarazo, aunque me pillaba más cansada, ya no tenía la posibilidad de echarme tantas siestas, o al menos dormir tanto como antes. Todo eso a pesar de que ya llevaba muchas horas de sueño atrasado. En nuestro caso, cuando empezó el embarazo, el Duendecillo rondaba los 18 meses de edad, en plena efervescencia de rabietas y con los llamados “terribles 2 años” esperando a la vuelta de la esquina.

Nosotros nos dedicamos a involucrarle durante todo el embarazo, hablándole de la nena, de que debía quererla y cuidarla. Y sí es cierto que él interactuaba con la barriguita habitualmente, pero lógicamente, en realidad no sabíamos hasta qué punto sería consciente de todo lo que pasaba y de lo que iba a llegar.

Evidentemente, la llegada del nuevo miembro a la familia iba a suponer muchos cambios, y le afectarián directamente. De hecho, algunos ya le habían afectado. Y él lo había notado. Entre otros, yo dejé de cogerlo al brazo cuando la barriga empezó a crecer. Curiosamente, a pesar de que él siempre había ido más con Superpapi, en este sentido daba la sensación de que durante este tiempo solicitaba más mis brazos.

Con todo, aún era muy pequeño, no sabíamos cómo respondería cuando se viera delante a la nueva hermanita. Aunque éramos conscientes de que los ataques de celos aparecerían antes o después.

Pero el segundo embarazo también tiene partes positivas. Una de ellas es que ya sabes de antemano muchas cosas (por el embarazo anterior), y las esperas con más atención. Incluso algunas las descubres antes, como por ejemplo la primera vez que sientes al bebé, o las primeras contracciones de Braxton Hicks.

También te tomas las cosas de otra forma, como con más calma. Sobre todo nosotros, que íbamos sobre aviso por los sustos que tuvimos con el Duendecillo. Esto es un arma de doble filo, porque al mismo tiempo te surgen más miedos, porque ahora eres más consciente de tu estado, y conoces más complicaciones que podrían surgir a lo largo del proceso.

Por todo ello, en este embarazo he cuidado mucho más mis estados de ánimo, la alimentación… aunque me volvió a salir Diabetes gestacional (¡Ufffff!, otra vez a medirme el azúcar en sangre y a inyectarme insulina).

Y por último, la diferencia más notable es que esta vez sí que preparamos la llegada de la nena, adelantándonos con los preparativos, para que no nos pillase desprevenidos, como el Duendecillo.

Lo bueno es que como ningún embarazo se parece a otro, esta chica se ha tomado las cosas con más calma, y hemos podido vivir el embarazo plenamente, hasta el final.

Algo que no contemplábamos en nuestras cabezas: ¡Contar 39 semanas!




¿Qué te parece mi artículo?¿Estás de acuerdo con estas diferencias, añadirías otras? No te cortes y cuéntanoslo, nos encantará conocer tu opinión.

¡Feliz semana!

jueves, 21 de febrero de 2019

La vida es SUEÑO...



Dormir, dormir, dormir...

Imagen: Pexels.com
Montaje: ReneeMB


Eso es lo que deseamos la mayoría de padres primerizos (o de padres, en general ;)).


En mi caso, es algo especial.


Los que me conocen saben que siempre he sido muy dormilona, y lo que más temía antes de que naciera el Duendecillo era precisamente eso: quedarme profundamente dormida y no conseguir escucharlo cuando me necesitara en mitad de la noche.


Por suerte, eso no llegó a ocurrir durante los primeros meses de vida del pequeñajo. Está claro que nuestro cerebro está perfectamente programado para criar a un bebé. Algo dentro de nuestra cabeza hace "CLIC", y de repente no necesitas dormir más de dos horas seguidas.


Aun así, van pasando los meses entre pañales, arrullos, biberones o pechitos (o ambos), siestas... y el cansancio se va acumulando en tu cuerpo.


Sin embargo, sigues levantándote a altas horas de la noche a consolar al chiquitín porque está llorando.



Está claro que la Naturaleza es sabia, y seamos como seamos, estamos hechos para cuidar de nuestra descendencia. Tanto las mamás como los papás, sin distinción.


Digo esto porque Superpapi también se levantaba a altas horas de la noche. Sobre todo a partir de mi reincorporación al trabajo, para que yo pudiera descansar.


De hecho, él pasa muchas más horas con el Duendecillo que yo. De manera que forma parte de toda esa generación de Superpapis implicados al 100% en la crianza de sus hijos.


Cuando estás embarazada, ya desde el principio, el cansancio se apodera de tu cuerpo de tal forma, que parece que lleves un oso abrazado a tu espalda todo el tiempo.


La gente te dice: “Aprovecha para dormir ahora todo lo que puedas, porque cuando nazca el bebé será imposible.”


El problema es que nadie te dice que cuando tu barriga empieza a parecerse a un balón, eso ya no es tan fácil. Te sientes pesada, si te mueves te molesta. También te molesta cuando no te mueves…


En ambos embarazos llegó un momento que tenía que dormir en el sofá, casi sentada y con un montón de almohadones, porque no soportaba estar tumbada en la cama. Además, cuando conseguía tener una postura más o menos cómoda para descansar, entonces eran los pequeñajos quienes empezaban el bailoteo para acomodarse.


A todo esto, he de sumar mis desvelos. Oh, sí, porque encontrar la postura óptima no es el único problema. También hay que conseguir que venga el sueño. Cosa que muchas veces se resistía a aparecer. Supongo que en parte debido a las preocupaciones sobre que el bebé llegara bien, en parte por el nerviosismo que se va acumulando conforme se aproxima la fecha del parto, y otras cosas más…

De esta manera, durante las últimas semanas de embarazo es casi imposible descansar como es debido.



Por otra parte, una vez ha nacido el bebé, también te sugieren que duermas cuando él o ella lo haga. Lo que no te dicen es que mientras el bebé duerma, tú has de aprovechar para ducharte, comer, hacer la colada, preparar la comida, limpiar la casa, y un montón de tareas más. A veces puedes demorarlas y darte un descanso. Sobre todo si tienes ayuda, de Superpapi o de otra persona.


Pero eso es tema para otro post.


¿Qué opinas, tú podías dormir al final de tu embarazo? Puedes explicar tu experiencia en los comentarios.


¡Feliz semana!