¡Hola de nuevo superpapis y supermamis!
¿Cómo estáis?
Nosotros estamos disfrutando de un bien merecido descanso estival. Ya estamos en pleno verano, las vacaciones soñadas de los maestros, que por fin puedo saborear de verdad, sin una oposición de por medio.
Ahora que miles de compañeros han finalizado el proceso, y que ha
pasado un tiempo, puedo hablar de todo con perspectiva.
Ya me siento capaz de hablar del PROCESO DE SELECCIÓN DE MAESTROS: El
concurso oposición por el que pasamos tantos durante los meses de junio y
julio.
Montaje: Renée MB con Canva |
He de remarcar que aquí cuento mi experiencia personal, en el año 2022, y por tanto no tiene que ser igual que la de nadie. Cada uno vive el procedimiento de una forma, y cada persona tendrá su propia opinión. Todas son respetables.
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Para el que no sepa cómo funciona este proceso, lo explicaré muy brevemente.
En el caso de la comunidad Valenciana, para acceder a un puesto fijo de
maestro en un centro de educación primaria, has de superar un concurso oposición,
con 2 fases bien diferenciadas.
Aquí explico las del año 2022, que son ligeramente distintas a las de este
año 2024.
1ª FASE OPOSICIÓN:
2 pruebas para evaluar las capacidades cognitivas, prácticas y
competenciales de los aspirantes.
1ª prueba parte A: redactar un tema durante 2 horas, de
entre 2 extraídos al azar, de un total de 25 temas relacionados con la
especialidad a la que se opta.
1ª prueba parte B: elaborar una programación determinada a
partir de una situación escolar planteada. Esta prueba se conoce popularmente
como el Supuesto.
2ª prueba: presentación de una programación
didáctica para un curso escolar, defensa oral de la misma y exposición de una
Unidad didáctica (con la nueva ley son Situaciones de Aprendizaje) elegida de
la misma programación, de entre 3 extraídas al azar.
2ª FASE CONCURSO:
Ponderación de méritos de cada aspirante que ha superado la 1ª parte, a partir
de un baremo dado. En dicho baremo se valoran entre otras cosas, la experiencia
laboral previa, los títulos y actividades de formación realizadas, así como el
conocimiento de idiomas.
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Durante todo el fin de semana del 8 al 10 de julio de 2022 estuve reproduciendo en
mi cabeza la exposición oral que realicé de mi programación delante del
tribunal. Palabra por palabra. Punto por punto. Lo que dije y lo que no dije.
Esto último, lo repetí más veces todavía, como si fuera una oración. Como si de
este modo pudiera hacérselo llegar a las personas que me examinaban por
telepatía.
Sé que puse toda la carne en el asador, y sé que nunca puedes alcanzar la
perfección. Pero siempre me quedo con la sensación de que podría haber hecho mucho
más. Siempre se me ha quedado una mínima sombra de duda sobre si había hecho
todo lo que estaba en mi mano, pero pronto la ahuyento.
Me voy contenta a casa. He dado todo lo que he podido de mí, y mucho más.
Consiga la plaza o no, termino el proceso orgullosa de mí misma. Llevo más
de un año repitiéndome que una plaza es mía. Con no pocos sacrificios.
Como dice Diego Fuentes, de preparadoredufis: OPOSITA FUERTE O NO OPOSITES.
He seguido muchos consejos suyos, así como también de Úrsula Campos. Si os interesa echar un vistazo, os dejo los enlaces por aquí.
Pues eso he hecho. Con todas mis circunstancias, que no me lo han puesto
fácil, pero lo he conseguido. No es fácil. Muchas y muchos maestros lo saben
tan bien como yo.
No es fácil.
Estás trabajando en un cole, con suerte, cerca de tu casa, atendiendo a los
alumnos y a veces a los padres. Prepara programaciones, reuniones, materiales,
actividades… Llegas a casa y tienes a tus niños, meriendas, duchas, cenas,
lavadoras, y un largo etcétera que parece no terminar nunca.
Y la opo.
Con ganas o sin ellas, te pones a estudiar, aunque sea una hora.
Reconozco que hubo días en que lo hubiera mandado todo a rodar. He
llorado, lo he lamentado mucho, y he perdido muchas horas y experiencias con
mis hijos.
Pero siempre he mantenido el foco sobre mi meta. Veía todas esas imágenes
de Instagram, con esos escritorios perfectos, y pensaba: si pueden ellos, yo
también.
¡Al opozulo!
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He de reconocer que también tuve mucha ayuda. Superpapi estuvo ahí, facilitándome el tiempo de estudio, encargándose de todo con los peques. También me ayudaron los abuelos de ambas partes, así como los tíos, que los llevaban y recogían del cole, se los llevaban al parque, etc.
Por otro lado, el sistema de selección ha mejorado de manera significativa.
Se han establecido las medidas necesarias para asegurar que el proceso
fuera lo más transparente, honesto y justo posible. Se ha mirado un poco más
por las personas, aunque sigue siendo un procedimiento largo, tedioso y colmado
de incertidumbre.
He tenido la constante sensación de que las calificaciones se hacían mucho
de rogar. Sin embargo, según a quien se lo contaba le parecía que iba más lento
o más rápido, y me hacía verlo de otra forma. Es la teoría de la relatividad de
Einstein. Un año pasa más rápido que un suspiro, y un minuto puede parecer toda
una vida.
En conclusión, hemos ganado un poquito en humanidad, cosa que parecía
imposible. Los tribunales parecen más empáticos que nunca con nuestra situación.
Al menos, las personas que conformaban el mío se mostraron siempre muy amables
y atentos.
Y sólo eso, ya marca una gran diferencia.
El resultado: llegué hasta el final, pero éste no es el año.
No pude decir aquello de UNA PLAZA ES MÍA.
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Es muy frustrante. Pasé mis días de duelo, de mortificarme por lo que hice mal, por las veces en que elegí darme un respiro en lugar de seguir estudiando… Estuve mucho tiempo enfadada, porque comprendía que esa nota en las listas no reflejaba todo el esfuerzo, el sacrificio. Pero está claro que tampoco llegan los mejores. Son un cúmulo de circunstancias, se alinean los planetas... Y todo se coloca en su sitio por fin.
Pero luego miro a mis renacuajos y me lamento por todos esos momentos que no he pasado con ellos. Sé que les estoy enseñando el valor del esfuerzo. Sé que servirá mi ejemplo
para que ellos se lancen a luchar por sus sueños. Pero duele. Duele sentir que
vuelvo a fallar. Que no llego nunca a esa meta, que cada vez está más lejos.
No tengo claro que haya luz al final de mi túnel. No pueden entrar todos.
Lo único que sé es que no voy a dejar de caminar. No me asusta la oscuridad.
Ahí ya he estado.
Hace dos años, escribí en mi Bullet Journal una frase:
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Así, todos los años por agosto cierro mis carpetas y me dedico a descansar y a reflexionar sobre el camino que tomaré el curso siguiente. El año 2022 cerré con mucha rabia y tristeza dentro, pero volví a enfocar el siguiente curso con una nueva perspectiva: el Concurso de méritos. Algo que no imaginé que pudiera lograr, y aún así fui a por ello. Ahora soy funcionara de carrera, título merecidísimo, sin pasar por una oposición (pero con todas las que llevo a las espaldas).
A partir de aquí, inicio una nueva historia, porque yo pensaba que mi año iba a ser el 2022, pero resultó que en realidad, mi año tenía que ser el 2023. Pero ya os lo contaré en un próximo artículo.
Y vosotros, ¿qué decís?, ¿habéis pasado por alguna experiencia similar?
Esperamos vuestros comentarios.
¡Feliz semana!
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