En estos tiempos indecisos que estamos viviendo, con el confinamiento en nuestras casas debido a un diminuto virus, el COVID-19, estamos aprendiendo como nunca lo habíamos hecho antes, como especie.
Con el #yomequedoencasa nos hemos dado cuenta de la importancia de cuidarnos los unos a los otros, pero ya no sólo a nuestros seres queridos, sino a todos los miembros de esta tribu global.
Estamos resignándonos a que es mejor quedarnos quietecitos, algo que se nos había olvidado hacer. Estamos volviendo a disfrutar de nuestro tiempo, y de nuestra familia, aunque sea en la distancia, ante la falta de poder abrazarnos, acariciarnos, mirarnos cara a cara. En la era de las tecnologías, se nos han vuelto más necesarias de lo que nunca hubiéramos imaginado.
También los miedos y la ira, sentimientos primitivos por excelencia, se han apoderado de nuestros cuerpos y de nuestras mentes, a falta de una solución visible en nuestro horizonte.
Pero al mismo tiempo, hemos abierto una ventana, o más bien un balcón hacia la esperanza y los sentimientos positivos, hacia el mundo que nos rodeaba, y que parecía que se había vuelto invisible a nuestros ojos.
Hemos aprendido que la raza humana lucha mejor cuando está unida, y no cuando se divide. Aunque miremos con recelo al que tenemos al lado cuando salimos a comprar al supermercado.
Por encima de todo ha de brillar la hermandad, la ayuda al prójimo, el ponernos en el lugar del otro y darnos cuenta de que éramos más afortunados de lo que creíamos.
¡Qué pena que no nos hayamos dado cuenta antes! Con toda esta histeria colectiva de contagios y muertes, se nos ha olvidado que no tan lejos de nosotros ya existía mucha muerte a diario, por hambre y enfermedades, en los países deprimidos y en los campos de refugiados.
Es curioso que ningún informativo hable de ellos estos días. Será porque no son noticia de última hora. Eso ya nos lo sabemos, lo nuevo es lo que interesa.
Con todo, miramos la parte positiva de esta pandemia mundial, que es el acercamiento que ha provocado entre pueblos, y vecinos.
Foto: Sharon McCutcheon en Pexels Montaje: ReneeMB con Picsart |
Al hilo de esto, me he acordado de un artículo que publiqué hace justo 3 años, también a partir de una noticia, aunque bastante distinta a las que nos tienen ahora enganchados a la tele y al wasap.
Aquí os lo dejo, por si os interesa leerlo (o releerlo).
¡Muchos ánimos!
#yomequedoencasa
Todos somos... ¿hermanos?
Toda la razón del mundo,solo espero que cuando volvamos a la normalidad nadie se olvide de lo aprendido si no todo esto no habrá servido para nada ...
ResponderEliminar¡Buen post!
Estoy de acuerdo, a ver si no olvidamos lo que estamos aprendiendo estos días.
EliminarGracias por tu comentario Chicadelmontón.
Un saludo y mucho ánimo.
Este período de confinamiento nos da la posibilidad de aprender o reaprender grandes lecciones.
ResponderEliminarA ver si luego no las olvidamos en 4 días
Un abrazo
Esa es la idea, que salgamos de casa como personas nuevas, renovadas, con los ojos y la mente más abiertos.
EliminarGracias por pasarte por aquí y por tus palabras, Madre superada.
Un saludo y muchos ánimos para estos días.