Superpapis de Corazón

domingo, 27 de noviembre de 2016

¿Engordar o no engordar?

Cuando estaba embarazada, o mejor dicho, cuando empezó a crecerme la barriguita, disfrutaba mirándome en el espejo.

Aunque no tengo problemas de sobrepeso, he de admitir que me aterraba la idea de que el embarazo provocara un aumento considerable del volumen de mi cuerpo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Durante el tiempo que duró el embarazo (34 semanas, el duendecillo fue prematuro) aumenté el peso justo, es decir, más o menos lo que suponía el peso del bebé con el líquido amniótico y la placenta, más probablemente algún quilito extra, pero poca cosa.

Por otra parte, durante el embarazo me sentía tan bien, que me encontraba mucho más guapa, resplandeciente, era como si me hubieran hecho un tratamiento intensivo de belleza. Y de hecho, la gente lo apreciaba y a menudo me lo decían.

Lo más curioso de todo esto era que mientras unas personas manifestaban de buen grado que me encontraban radiante, también me encontré con lo opuesto.

Una de las frases que más escuché fue: "Pues no has engordado tanto". Y en el fondo yo podía percibir que esa persona esperaba verme desbocada por todos los lados. 

De todas maneras, no me afectaba en absoluto, porque me encontraba demasiado ocupada disfrutando de mi estado.

También escuché en repetidas ocasiones la frase: "Ahora tienes que comer por dos". 
Vamos a ver, por mucho que quisiera, no me entra más comida de la que ya como, y no es precisamente cantidad suficiente para un regimiento, además, no me aumentó el apetito durante el embarazo, lo que significa que mi cuerpo tampoco necesitaba mucha más cantidad de la que ya ingería. Y de todas maneras, no creo que esa frase se refiera a que tienes que comer el doble, sino más bien a que has de comer con cabeza, porque estás alimentando una vida. Eso si que es más difícil, si no solías llevar una dieta equilibrada antes del embarazo. Pero en mi caso no tuve demasiado problema, ya que siempre he llevado una dieta basada en la mediterránea, con sus ensaladitas, sus carnes y pescados, y sus verduritas... 

Y SÍ, ¡PODÍA COMER JAMÓN SERRANO!



Cuando te conviertes en supermami o en superpapi tu vida da un giro de 360º y tus prioridades, tus ideales, toda la perspectiva que tenías de la vida se vuelca y se pone del revés. 
Y eso ya no termina nunca.
Por si os interesa, aquí dejo un enlace a un artículo de la página Baby Center:

¡Bienvenidos al mundo de los Superpapis!

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