Superpapis de Corazón

miércoles, 15 de abril de 2020

EL CORAZÓN DE NUESTRA CASA


¡Hola Superpapis!

¿Cómo estáis?


Seguimos cumpliendo el confinamiento por estado de alarma, con los pequeñajos encerrados en casa. Durante esta semana nos ha dado por pensar en la importancia de tener una casa, un hogar. Ahora mismo, parece que estas cuatro paredes son lo único que nos separa de ese diminuto bichito que tanto mal está haciendo.


Imagen: Picsart
Montaje: ReneeMB




¡Qué importante es nuestra casa!

Y no nos damos cuenta, hasta que ocurre algo que nos hace echarla de menos.

Cuando convertimos nuestra casa en un hogar, cada rincón de ésta se instala en nuestros corazones y ya no vuelve a salir más. Cada pared, cada puerta, cada armario...
Y no hablo sólo de nuestra propia casa...

La casa de mi abuela ha sido siempre un refugio para toda la familia. Para mi madre y sus hermanos, para todos sus nietos, para nuestros amigos... allí todo el mundo era bien recibido, incluso una vez di clases particulares en su salita de estar durante una temporada.

Imagen: Fauxels para Pexels

 Durante varios años vivió con ella uno de sus hijos, divorciado de una manera muy cruel, que acabó enfermando y muriendo. Después de aquello, tardé mucho tiempo (varios meses) en poder volver a pisar esa casa, y sobre todo la habitación donde ocurrió todo.

Ahora que mi abuela ya no está, no me atrevo a cruzar el umbral. No me atrevo a entrar y no encontrarme con ella, con mi yaya.


En estos días, mientras dura este confinamiento impuesto por un diminuto virus, nos estamos volviendo conscientes de cuán valioso es tener un hogar. Uno que te has construido tú, con tus sacrificios, tus ideas e ilusiones... con tu familia.


No hace mucho, una amiga me contaba que había puesto en alquiler su piso de Toledo, para venirse a vivir aquí, a Valencia, y tenía que ir un día a recoger correspondencia que le había llegado allá. El caso es que no podía, porque no era capaz de ir y llamar al timbre de la que había sido “su casa” durante 10 años como si fuera una extraña.



Yo la comprendí perfectamente, porque a mí me ocurre lo mismo con la que fue mi casa, de mis padres y mi hermano durante más de 20 años... no puedo pasar por delante de la finca sin que se me ponga el corazón del revés, es el piso donde crecí, y nunca más voy a poder entrar.

Y lo más curioso de todo es que me veo obligada a pasar por delante con bastante frecuencia, ya que mis suegros viven justo al final de la misma calle.



Esas casualidades que tiene la vida.

Está claro que aunque tengamos infinidad de recuerdos de nuestra vida pasada, cada día volvemos a crear más y más, de manera que el corazón no se vacía nunca.

Ahora toca dejar espacio para los nuevos recuerdos con el Duendecillo y con la pequeña Hadita.


Imagen: Daria Shevtsova para Pexels




Entre todos ellos, quedará grabada una selección de recuerdos de aquella vez que nos quedamos todos en casa durante más de 30 días por un pequeñito virus que nos podía poner muy malitos...

Y al fondo del todo, en un rinconcito, seguirán aquellos recuerdos en la casa de mi yaya, jugando en el balcón con los primos, saltando en las camas de mis tíos, o viendo la tele en el comedor (la "novel·leta", que a ella tanto le gustaba, Belleza y poder, Santa Bárbara, Los ricos también lloran...).

Siempre en nuestro corazón, yaya.
Imagen: Cadeau Maestro para Pexels


¿Y tú? ¿Qué recuerdos mantienes de las casas donde has vivido?

¿Cómo estás viviendo este confinamiento?

Puedes compartirlo en los comentarios, nos encantará leerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario