Superpapis de Corazón

domingo, 8 de noviembre de 2020

Es muy buen niño


Este curso, el inicio de las clases ha sido muy diferente de lo que estábamos acostumbrados. Hemos terminado el mes de septiembre tan agotados como si hubiera pasado un trimestre entero. Entre las medidas de seguridad por el COVID-19, el distanciamiento con nuestras criaturas, y las asfixiantes y deshumanizantes mascarillas, dudo que haya habido jamás un inicio de curso tan duro.
Pensando en esto, me vienen a la cabeza diversas anécdotas curiosas, muchas de ellas ocurridas a inicios de curso, cuando aún nos estamos conociendo los niños y yo.

En este caso contaré la historia que me evoca la frase: "Es muy buen niño".

Esta expresión tan socorrida que hemos escuchado miles de veces en boca de madres, padres, abuelos, abuelas, tíos, etc., yo la escuché una vez en boca de una niña de 3 añitos… Y se refería a su PONI.


Pongámonos en situación:


Soy tutora de un grupo de niños y niñas de 3 años. Es el mes de septiembre, y propongo a mis alumnos que piensen un nombre para la clase.


Empiezan a surgir ideas: los perros, los gatos, las princesas… lo habitual para niños de estas edades. Y de repente, una niña dice: LOS PONIS. Y el resto de la clase la apoya.


Es una idea poco usual para niños de 3 años, porque en esa época (hace 10 años más o menos) pocos niños de esta edad solían tener experiencias con estos animales. En este caso, esta niña en concreto tenía un poni, al que montaba cada fin de semana.


La cuestión es que, tras decidir casi por unanimidad que seríamos la clase de los ponis, mi alumna se queda pensativa y me dice: “Seño, ¿puede venir mi poni a clase algún día? Es muy buen niño”.


¿Qué le iba a contestar yo? “Pues claro que sí que puede venir… Si es buen niño y se porta bien…”

Imágenes: Revista Maestra Infantil y RenéeMB
Montaje: RenéeMB

A veces, los adultos estamos tan inmersos en nuestro mundo de adultos que no nos damos cuenta de cuán profundo calan en nuestros niños las sentencias que soltamos, a menudo a la ligera. Y casi siempre sobre ellos.



De hecho, maestras y maestros solemos insistir bastante en que los niños no deben asistir a las reuniones de clase con los padres, precisamente porque no deben escuchar lo que hablemos sobre ellos.


A menudo ocurre que presumimos de lo inteligente que es nuestro hijo o hija, lo guapo o lo bueno que es, delante de él. Aunque no es demasiado recomendable, al menos es mejor que hacer justo lo contrario. Es decir, es totalmente inadmisible quejarse de lo mal que se porta, de que no estudia o que no sabe nada, delante de él. Ya no hablemos de defectos físicos o rasgos de mal carácter.


Está claro que hay que contribuir a que desarrollen su inteligencia emocional de una manera positiva. Los expertos aconsejan que debemos ayudar a los niños a elaborar una imagen ajustada de sí mismo, lo más próxima a la realidad posible, sin generar expectativas exageradamente negativas o positivas.


Hay que tener en cuenta que el primer espejo en el que se mira el niño son sus padres, y por lo tanto tenemos una responsabilidad esencial en el desarrollo de su personalidad.



Un niño al que siempre le están diciendo lo perfecto que es y lo bien que lo hace todo, no será capaz de tolerar las frustraciones ni de aprender de sus errores. Es muy probable incluso que sea incapaz de reconocerlos.


Por otra parte, un niño al que siempre le recuerdan lo mal que lo hace todo, que es un desastre, que su comportamiento no es el deseable, crecerá creyendo de verdad que no vale para nada, que sólo sabe hacer gamberradas. En consecuencia, sólo actuará de ese modo, porque asumirá que es lo único que se espera de él. Un niño al que se le repite constantemente que es malo, adoptará ese rol como propio, viéndose incapaz de hacer las cosas de otra manera.


Por estos motivos, antes de pretender moldear a nuestros hijos e hijas, hemos de plantearnos una profunda reflexión sobre nuestra persona, lo que nos gusta y lo que no, cómo nos ven ellos y cómo queremos que nos vean.



Me gusta mucho una escena de la película “Criadas y señoras”. El personaje Aibileen le hace repetir a la niña que cuida: “Yo soy buena. Yo soy inteligente. Yo soy importante.”



Sé que es muy difícil, y a todos nos cuesta mucho. Todos cometemos errores. Pero de ellos también se aprende… y nunca dejamos de aprender.

Al hilo de esto, os dejo el enlace a un artículo de Álvaro Bilbao, reconocido neuropsicólogo, experto en la crianza positiva.

55 cosas positivas que todo niño debería escuchar de boca de sus padres



¿Y tú qué opinas? ¿Crees que le pones demasiadas etiquetas a tu hijo/hija? ¿Has utilizado alguna vez alguna de estas frases positivas? Cuéntanoslo en los comentarios.


¡Feliz semana!

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